Countries contemplating a change in their animal disease control policy face a variety of considerations, particularly in circumstances in which disease status, and the use (or not) of vaccines to control or minimise disease risk, has major implications for international trade. Foot-andmouth disease (FMD) exemplifies these trade-offs, and is particularly important in South America, where FMD virus circulation has declined and appears limited to certain regions. As a result, opportunities for higher-value exports in sustainably produced pasture-fed beef and lamb are growing
La emisión del programa Esto no tiene nombre de TVN, sobre una distribuidora de carnes del sector Franklin, seguramente habrá llenado de estupor a muchos.
Sin embargo, ello no vino sino a reafirmar una situación conocida, en donde en una misma industria, coexisten un sector moderno, cuyo objetivo son los mercados externos y domésticos de alto poder adquisitivo, para lo cual se han adoptado e implementado estándares de calidad, tanto o más exigentes que los de cualquier país desarrollado. Mientras, la otra cara de la moneda, la constituyen un mundo de pequeños y medianos emprendimientos, cuyo objetivo comercial son los consumidores de segmentos medios y bajos de la población, y que viven una realidad de importantes carencias en relación al cumplimiento de los niveles mínimos exigibles de seguridad sanitaria de los alimentos (SSA), lo que en el extremo se traduce en situaciones como las exhibidas en el mencionado programa
Chile ha sido considerado como una potencia alimentaria, ubicado en el lugar diecisiete entre los países que exportan alimentos, con más de 9000 millones de dolares exportados el 2006 y un pronóstico de más de 15.000 millones al 2010. Esto significa ingresos importantes para el país y un gran crecimiento en el sector agrícola productor y procesador de alimentos. Pero, para lograrlo, como Nueva Zelanda, Australia, Irlanda, necesitamos ademas un desarrollo coherente en otros aspectos y estamos trabajando en una Agenda Alimentaria para Chile.
En el contexto de la sociedad global, del acceso y del conocimiento, los consumidores enfrentan una nueva dimensión de los riesgos asociados a la seguridad sanitaria de los alimentos (SSA). Si bien durante las últimas décadas los eventos críticos en materia de sanidad animal y vegetal e inocuidad de los alimentos a nivel internacional, se han mantenido en rangos de riesgo aceptables, ellos se han sucedido con una frecuencia e intensidad nunca antes verificada.
El bienestar animal gana terreno en el mundo. No sólo son numerosos los países que, a través de sus organismos oficiales, han acogido la Declaración Universal de Bienestar Animal, DUBA, sino que también son millones de firmas de adhesión ciudadana las que los impulsores de esta idea han recopilado a lo ancho del planeta. Organizaciones como la UNESCO y la OIE, han suscrito la DUBA y poseen normas específicas para su implementación, las que ponen a disposición de sus países miembros. La propia Unión Europea, desde hace larga data, cuenta con el protocolo sobre la protección de los animales, anexo al tratado de la CE, él que obliga a los estados miembros y a las instituciones europeas a considerar este tema en la formulación de sus políticas. Asimismo se aprecia un desarrollo creciente de normas privadas de certificación, impulsadas particularmente desde el retail.
HOY POR HOY, HABLAR de bio-insumos se ha vuelto un tema obligado entre los especialistas del mundo agroalimentario. Y al escucharlos, de pronto pareciera que todas las dificultades, cuestionamientos y susceptibilidades respecto del uso de agroquímicos en la producción primaria, por obra y gracia de esta nueva revelación de las ciencias llegaron a su término
La producción animal es muy importante en los países de las Américas donde además existe un enorme potencial para generar mayor valor de sus recursos pecuarios, mantenerse competitivos, acceder a nuevos mercados y ayudar al desarrollo de su población, especialmente en América Latina. Para ello, los Servicios Veterinarios Oficiales (SVO) o Autoridades Veterinarias, son fundamentales para apoyar los desafíos de la actividad pecuaria de los países. Sin embargo, es importante tener presente que los SVO fueron establecidos en un principio para cumplir determinadas funciones con una visión más local y hoy deben ajustarse a complejos escenarios globales, tanto sanitarios como comerciales, políticos y tecnológicos.
Mediante el presente documento los autores expresan su reconocimiento a todas las personas que participaron directa e indirectamente en el control de los focos de influenza aviar que se presentaron en el país, el año 2002:
- a los funcionarios del Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, tanto profesionales, como técnicos y administrativos del nivel central y regional, así como al personal del laboratorio oficial Lo Aguirre;
- a todos los organismos del sector público;
- a las universidades;
- al sector privado, especialmente a la Asociación de Productores de Aves, APA.
La colaboración de todos ellos fue fundamental para alcanzar los resultados obtenidos en tan breve tiempo. Cabe destacar que este trabajo conjunto marca un hito en la sanidad animal de Chile
The Latin American and Caribbean region (LAC) is a leading global producer and exporter of animal products. Its livestock production systems are diverse, exhibiting a wide range of scales, technologies and market relationships, from large-scale commercially integrated enterprises to small-scale family farms
En la actualidad no es posible pensar en el desarrollo competido del sector lácteo chileno sin abordar temas que afectan la sustentabilidad del negocio. Dentro de estos temas, la inocuidad de la producción de leche es un área de alta preocupación para el Consorcio Lechero, lo cual ha quedado reflejado en el documento “Estrategia de Desarrollo Competitivo del Sector Lácteo Chileno 2010-2020”. En este contexto, la erradicación de la tuberculosis bovina, se plantea como un desafío para el cual debe trabajar el sector lechero en su conjunto, junto con las autoridades sanitarias para llegar a un desenlace exitoso.
Los importantes beneficios de los antimicrobianos en el control de enfermedades los han transformado en una herramienta fundamental en la producción animal. Sin embargo, su elevado uso y, muchas veces, mal uso, ha contribuido a uno de los principales problemas de la salud pública a nivel mundial: la resistencia a los antimicrobianos. A nivel de la producción animal, las aplicaciones de manejos sanitarios permiten disminuir la necesidad de uso de antimicrobianos y en caso de necesitar su utilización, las buenas prácticas reducen al mínimo la posibilidad de generar resistencia. A pesar de esto, es necesario la aplicación y el desarrollo de nuevas estrategias que permitan enfrentar el problema de manera intersectorial, integrando a todos los participantes del sector público y privado.
La Fundación para la Innovación Agraria (FIA) es la agencia del Ministerio de Agricultura que tiene por misión fomentar una cultura de innovación en el sector agrario, agroalimentario y forestal. Promueve y articula iniciativas de innovación para mejorar las condiciones de vida de las agricultoras y agricultores en todas las regiones del territorio nacional.
La sustentabilidad de la producción de leche es un tema priorizado por el Consorcio Leche- ro donde participan productores lecheros, la industria y centros tecnológicos. Dentro de la sustentabilidad del negocio lechero, la mantención o el mejoramiento de las condi- ciones sanitarias del rebaño, la inocuidad de la producción y el cuidado del medio ambien- te son fundamentales para nuestro futuro como sector tanto en el mercado interno como para la exportación. Producto de lo anterior, se tomó la decisión de realizar un estudio que pusiera a disposición del sector, un documento que contuviera una visión consolidada de toda la normativa sanitaria y ambiental vigente necesaria para desarrollar la producción de leche bovina en Chile. Además se consideró que esta información sería útil para el análisis de la normativa y su perfeccionamiento.
La trazabilidad, la identificación animal y los registros productivos1 son muy importantes para el desarrollo ganadero de América Latina (AL). El continente tiene una enorme cantidad de animales integrados en una diversidad de sistemas productivos. Todos ellos requieren disponer de mejores mecanismos de trazabilidad para la gestión genética, sanitaria, de inocuidad y comercial. A pesar de lo importante que resulta esta herramienta, los niveles de adopción son más bien bajos y esto se asocia a la dificultad en la decisión propiamente tal, en el diseño y su implementación. Estos factores a su vez se relacionan con la complejidad de los sistemas productivos, la diversidad de intereses de los actores privados y públicos, la limitada institucionalidad disponible y la carencia de recursos en cantidad y seguridad. La recomendación global es que cada país cuente con una estrategia específica para la implementación de la trazabilidad como parte de una estrategia global para el desarrollo ganadero, integrando objetivos, principios y herramientas
La noticia de la detección de Listeria en fruta chilena de exportación sorprendió a todos, encendiendo las alarmas. Frente a la poca información oficial que sobre el particular se ha entregado, y en mi calidad de ex Secretario Ejecutivo de la Agencia Chilena de Inocuidad y Calidad Alimentaria, me parece oportuno y necesario hacer algunas constataciones y analizar en perspectiva lo que un evento de esta naturaleza implica. Ello, con el objeto de contribuir a que la ciudadanía se haga una correcta opinión de cuáles son los riesgos reales de lo ocurrido, más allá de las percepciones, opiniones, juicios y prejuicios que se hacen libremente, y que hoy circulan en abundancia en las redes sociales, generando desconfianza e incertidumbre. Situación que ni el hallazgo en cuestión lo amerita, ni la industria frutícola en particular y la alimentaria en general merecen.
La fulminante irrupción de COVID-19 a nivel planetario trajo consigo un complejo escenario de riesgos e incertidumbre para la industria alimentaria. Enfrentándonos por una parte a la necesidad de saber cuál es el rol de los alimentos en la transmisión de la enfermedad. Por otra, repercutiendo fuertemente en la capacidad productiva y la sustentabilidad de la cadena de suministro.
Hace menos de un mes comentábamos sobre el complejo escenario que se abría para la industria alimentaria nacional a partir de la irrupción de la COVID-19, porque a pesar de todo lo que se ha avanzado en el conocimiento del virus y su epidemiología, no existe certeza en qué etapa de la curva epidémica nos encontramos y no sabemos por cuánto tiempo ni en que magnitud nos va acompañar. Tampoco sabemos con certeza cuándo tendremos una vacuna disponible en el país y desconocemos cómo se va a comportar la gente, tanto en la prevención como en la reacción a esta enfermedad, tampoco sabemos cuál va a ser la estabilidad de nuestra cadena de suministros.
Como ya se abordó en capítulos precedentes, la revolución alimentaria en curso encuentra sus origines a fines del siglo pasado en tres fenómenos simultáneos: la globalización y liberalización del comercio y sus efectos en la intensificación de los intercambios, el desarrollo de la biotecnología y sus impactos en la cantidad, diversidad y calidad de los alimentos disponibles; y el desarrollo de las tecnologías de información y comunicaciones, y su impacto en la velocidad de trasmisión de datos y la masificación de acceso y uso de los mismos. Ello ha derivado por una parte en un acelerado cambio de hábitos y conductas de los consumidores a nivel global, los que demandan cada vez más alimentos con mayores estándares de seguridad sanitaria, atributos de calidad y mejores servicios asociados , mientras por otra se producen ajuste de políticas e institucionalidad orientados a minimizar riesgos y dar garantías de sanidad e inocuidad a los consumidores.
La grave situación que afectó a las cerezas chilenas en China viene a reafirmar lo que desde hace meses venimos advirtiendo: ante la incertidumbre que se ha instalado respecto de la evolución de la pandemia, cualquier situación que, basada en la especulación y/o la percepción, más allá de la evidencia que la sostenga, e incluso como quedó demostrado en este caso, a partir de noticias falsas, sobre la eventual presencia de SARS Cov2 en alimentos, provoca una onda expansiva de sobrerreacción de mercados, consumidores y reguladores, que a esta altura más que un “efecto mariposa” parece la de una explosión nuclear, afectando incluso la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en cualquier punto del planeta.
El complejo escenario social, económico y productivo generado por la irrupción de COVID19, enfrenta a los países de la región de Latinoamérica y el Caribe a un incierto panorama de corto y mediano plazo, respecto a la capacidad de adaptación y la sustentabilidad de los sistemas alimentarios, y eventuales consecuencia de largo plazo, no solo para el sector sino que para el comportamiento global de la economía de la región, fuertemente asentada en la producción y comercio de alimentos
LA PRESIDENTA de la República anunció en su discurso a la Nación del 21 de mayo recién pasado, el envío a tramitación durante el segundo semestre de 2015 del proyecto de Ley que crea el Sistema nacional de inocuidad y calidad alimentaria y la agencia que lo conducirá y coordinará. Pero, ¿qué representa este anuncio para el sector productivo primario de las cadenas alimentarias?
Sin lugar a dudas el rol y valorización de la agricultura como agente de desarrollo del país ha cambiado significativamente en los últimos cincuenta años. En los años sesenta la agricultura se caracterizaba principalmente por ser un proveedor de alimentos crecientemente deficitario para el mercado interno y de mano de obra para otros sectores de la economía. En la actualidad este sector es señalado como uno de los pilares estratégicos de nuestro desarrollo, no sólo por su importante contribución al Producto Interno Bruto (PIB) y por ser una relevante fuente de empleo, sino también porque en su desempeño como sector exportador, ha generado una imagen de calidad y seriedad en los principales mercados del mundo que ha contribuido significativamente a la conformación de una visión del país como un socio confiable y seguro
De acuerdo con organizaciones multilaterales como la FAO, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el CODEX y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) la Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) es actualmente la principal amenaza de salud pública a nivel global. A consecuencia de ello existe una progresiva reducción en el arsenal terapéutico para tratar enfermedades infecciosas graves, que ha ido dejando a la población humana y animal cada vez más expuesta a enfermedades de difícil control, afectando a millones de personas y animales silvestres, domésticos y productivos, con un creciente impacto en la calidad de vida y el desarrollo económico de los países, sean estos de altos, medios o bajos ingresos.
EL AÑO 2009 la Presidenta de la República Michelle Bachelet, suscribió la Política Nacional de Inocuidad de los Alimentos. Esta política fue concebida para el periodo 2009 a 2015 con el propósito de convertirse en el marco de acción del Estado en la tarea de avanzar en la instalación de un Sistema Nacional de Inocuidad crecientemente integrado, que favoreciese el desempeño de la institucionalidad alimentaria en el otorgamientos de garantías de inocuidad frente a las crecientes exigencia de la sociedad y los mercados. Habiéndose cumplido su periodo de vigencia, y ante la constatación que tanto el marco normativo como las necesidades y prioridades del país en estas materias han ido modificándose en el tiempo, se hace necesario realizar su actualización.