Recientemente se ha celebrado la puesta en marcha de la modernización acuerdo de asociación de la Unión Europea (UE) con Chile, el cual se encuentra vigente desde más de 20 años (2003). Profesionales del SAG, Ministerio de Agricultura, Dirección Económica (DIRECON) y Agregaduría de Chile en la UE, con apoyo de los gremios privados, participaron activamente en la negociación del tratado en su capítulo sanitario, con un sentido de país y aunando todas la voluntades y capacidades disponibles en los equipos técnicos nacionales. Era un enorme desafío, pues se estaba negociado con un bloque de muchos países con alta capacidad técnica y regulaciones consolidadas.
Esto ocurría en paralelo con otras negociaciones comerciales, con su componente sanitario, en que el país estaba involucrado, como Canadá, Estados Unidos, México, China, Corea y Nueva Zelandia. Este proceso exigía y generaba un cambio sustantivo y definitivo en la institucionalidad pública, en sus procesos y en la forma como gestionaban la sanidad animal y la inocuidad. Se inicio una transformación de un país importador a uno exportador. Las exigencias sanitarias de esos países eran muy altas y los ajustes eran fundamentales para dar las garantías sanitarias y con ello, aprovechar las posibilidades arancelarias que dan los tratados.
En lo particular, tuve el honor de ser parte de este proceso y del equipo de Chile. En aquel entonces, era jefe de la División de Protección Pecuaria del SAG (Servicio Veterinario en el lenguaje internacional), y junto a un equipo extraordinario del Servicio, responsable de las negociaciones técnicas con la UE en materias de sanidad, bienestar animal e inocuidad alimentaria. Como consecuencia, en el SAG, iniciamos una transformación intensa y progresiva, desde un servicio altamente profesional, con foco en la protección del patrimonio sanitario, reconocido internacionalmente por la erradicación de enfermedades como la Fiebre Aftosa, Peste Porcina Clásica y Enfermedad de Newcastle, a un servicio que acompañaba un proceso exportador de productos pecuarios a mercados de alta exigencia.
Así, en este periodo, junto con seguir fortaleciendo el control de las fronteras, frente a la amenaza por esos días de la Fiebre Aftosa, la Influenza aviar y la Encefalopatía Espongiforme Bovina , entre otras enfermedades transfronterizas, actualizamos los programas de prevención y control de enfermedades, incorporando la zonificación para la exportación; la modernización de los laboratorios de diagnóstico para enfermedades de alto impacto; se fortalecieron los registros de medicamentos veterinarios y de alimentación animal; se iniciaron los actividades oficiales en bienestar animal, se ordenaron todas los programas de inocuidad, que hoy son una garantía para el comercio. Se inició el traspaso de la inspección de mataderos del Ministerio de Salud al SAG y se crearon los programas de control de residuos, control microbiológico y los HACCP como garantías de las plantas de exportación.
También, se inició el programa de trazabilidad bovina, con identificación individual, junto al registro obligatorio de establecimiento y existencias para todas las especies animales. La estructura del servicio se fue organizando para ser un país exportador con base en la mantención de un estatus sanitario de excelencia, con encargados de mercados, con seguimiento antes, durante y posterior a la negociación sanitaria y con una estrecha y activa relación con la organización mundial de sanidad animal (OIE y OMSA posteriormente), como organismo internacional de referencia. Incluso, en medio de las negociaciones, debimos enfrentar y resolver el ingreso de la Influenza Aviar Altamente patógena por primera vez a Chile el año 2002, con un éxito reconocido internacionalmente.
Todos estos cambios se hicieron con una nueva relación y protagonismo del sector privado, como una alianza estrategia con el Estado, de compromiso e innovación de largo plazo, con sus gremios, empresas y productores involucrados, alianza público-privada, la cual ha durado hasta ahora. Recordada es la estrategia para la exportación de carne bovina del Ministerio de Agricultura en conjunto con los gremios de la cadena de la carne, donde se desarrollaron los famosos y recordados “Talleres de Chillán”.
La apertura comercial y el fortalecimiento de la capacidad sanitaria fue una política de Estado, que se ha mantenido y ajustado permanentemente desde entonces, por varios gobiernos y administraciones de diferentes signos. En ese momento, Chile prácticamente no exportaba productos pecuarios, y hoy, como resultado de todo este proceso, es un exportador neto, con más de mil quinientos millones de USD exportados en animales y sub-productos (carnes rojas, carnes blancas, mieles, productos lácteos, alimentos, entre otros), para más de 70 países de todos los continentes. Hoy el país tiene un servicio veterinario cuyo prestigio nacional e internacional ha crecido significativamente.
Felicitaciones entonces a los equipos que participaron en la negociación de actualización del tratado y también un reconocimiento a todos los que estuvieron en el inicio, han mantenido este tratado y facilitado las condiciones para llegar a esta nueva etapa. En estos tiempos difíciles, hay que reconocer estas políticas de Estado, de alianza público-privada, y que brinde muchos más años de prosperidad al sector agroalimentario.
Hernán Rojas, Ph.D.
Director CERES BCA
07/03/2025